Himno acatista a los mártires Cipriano, Justina y Teoctisto

2020-04-05

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novena to saint cyprian

A partir de estos, se crea la enfermedad como consecuencia del consumo de una metzina, que es enviada al hogar por una persona dañina con algún alimento, como consecuencia de la envidia. Estas personas dañinas eran en su mayoría mujeres que podían identificarse mediante la adivinación.

novena to saint cyprian

Así actuó como intermediario Jacinto García, un especialista procedente de fuera de la sociedad local, y se arruinó porque acusó de brujería a la citada Elisabet Vilaginés, una mujer influyente en los círculos clericales. O tal vez fue acusada por otras personas del pueblo, quienes trasmitieron esta responsabilidad al ermitaño en sus testimonios, ya que en consecuencia él negó que hubiera dicho tales cosas y nombró a la comunidad como acusadora. Elisabet Vilaginés fue la primera en declarar en el caso del ermitaño el 28 de diciembre de 1641.

novena to saint cyprian

Sin embargo, Joan Codina, canónigo de Solsona, ya había obtenido información sobre las actividades del ermitaño. Como comisario de la Santa Audiencia, se dirigió al tribunal de la Inquisición de Barcelona en una carta el 29 de noviembre de 1641. Su carta fue recibida cuatro días después por el inquisidor asignado, Domingo Abbad y Huerta, que tenía 20 años de ejercicio en la justicia y acababa alcanzó la cima de su carrera. En la carta se hablaba de un ermitaño de la ermita de San Bartolomé a un cuarto de milla de la localidad de Solsona, que curó a todo tipo de “personas incultas y plebeyas” 37 con una oración un tanto sospechosa.

  • Cipriano cambió por completo su vida; con cada día aumentaba sus luchas, y llorando constantemente por sus malas acciones anteriores, se perfeccionó y ascendió de virtud en virtud.
  • Al enterarse de esto, santa Justina dio gracias a Dios, distribuyó muchas limosnas a los pobres e hizo una ofrenda en la iglesia.
  • Y Cipriano, al octavo día después de su bautismo, fue nombrado lector por el obispo; al vigésimo día fue nombrado subdiácono, y al trigésimo día diácono; y en un año fue ordenado sacerdote.
  • Santa Justina la doncella la hizo diaconisa, y luego le confió un convento, haciéndola abadesa de otras doncellas cristianas.
  • Pronto fue nombrado obispo, y en este rango llevó una vida tan santa que igualó a muchos grandes santos.

Oración y San Cipriano

Y detrás de estos maléficos había personas reales que poseían poderes perversos, junto con sus sentimientos hostiles. Esta idea se sustenta gloria rezo por un lado en el texto de la oración y, por otro, en la patología local y el diagnóstico popular que se desprende de los testimonios.

San Cipriano

Bueno, entonces reza una poderosa oración a San Cipriano hoy. Es notoria la importancia del Santo en el curanderismo y la brujería mexicanos. Tiene un lugar fuerte en la tradición de la Mesa Chamánica Peruana, y su culto es igual de fuerte en Brasil, donde aparece con pleno vigor mágico en Quimbanda, así como en Umbanda y sus derivaciones.

La tradición popular le atribuye los colores púrpura, rojo e índigo; y el número 9 y menos comúnmente 8 o 13. Más sobre el tema, ver el trabajo de doctorado de Londoño Marcela, que revisa índices que enumeran libros del siglo XVI prohibidos por la iglesia y analiza las oraciones que aparecen en los libros (Londoño 2014). Uno podría acercarse a la respuesta a través de pensamientos populares contemporáneos sobre enfermedades y problemas. La comunidad que solicitó los servicios del ermitaño puede haber esperado implícitamente el mismo enfoque que también impulsó la idea de la brujería durante siglos. De acuerdo con esto, cualquier problema interno o externo, es decir, enfermedad física o mental, daños que afecten el hogar, la economía o la estructura alimentaria, así como el mal tiempo, surgen como consecuencia de un hechizo maligno.

El canónigo había atestiguado con sus propios ojos que esta oración de san Cipriano escrita en lengua vulgar, es decir, no en latín, podía encontrarse en la lista de publicaciones a borrar o corregir. Le pidió al ermitaño el cuaderno, pero él se negó a cumplir con su pedido bastante enfático. Al ver la insolencia y desobediencia de Jacinto García, el canónigo utilizó libremente sus medios para obtener la impresión que contenía la oración.

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